Pariendo a la mujer salvaje

pariendo a la mujer salvaje

Me he ido convirtiendo en una mujer s a l v a j e

se me han ido haciendo fuertes, mis antiguos y amados trozos de cuerpo

mi voz se ha ido haciendo profunda, precisa y verdosa

mi p r e s e n c i a en la tierra se ha ido volcando hacia un solitario y sigiloso caminar

mis pies ya no dan pasos en vano, sólo siguen huellas lobunas en que el corazón vibra fuerte

ese es el mapa, esa es también la ruta, ese es el tesoro al final del camino.

Mis ojos se han hecho grandes, agudos y amarillos

y entonces es cuando he comenzado a ver con más claridad

pero sobre todo, con mayor intensidad y veracidad.

Comencé a identificar raudamente las palabras sin alma

palabras vacías e inertes que muchas veces se dicen para conseguir asuntos

pero carecen de una intención g e n u i n a y transparente

y ELEGÍ correr lejos de todo eso.

También debo reconocer que me alejé sin miedo

de lo que sólo deseaba llevarse mi recurso más preciado: mi tiempo

y con ello perdí el miedo a DIRIGIRME A LO QUE VERDADERAMENTE ANHELO

y me hace sentir vibrante e infinita, llevándome a agradecer con aullidos a la vida.

Me estoy convirtiendo en una mujer salvaje

pero también, en una guardiana que merodea día a día y noche a noche

sus propias tierras para cuidarlas de todo lo que depreda sus sueños.

Me he ido convirtiendo en una mujer salvajemente verdadera

cultivando cada una de las partes que como ramas me han ido brotando

abrazando hoy por sobre todo las que un día detesté e intenté enterrar con vida

amando el día y la noche, los tiempos solitarios de hibernación

y los tiempos de celebración y regocijo con la manada.

Tú, yo y muchas más mujeres de estos tiempos

hemos ido cediendo ante un genuino, silencioso y salvaje caminar

de un tiempo a esta parte, hemos comenzado a mirar el amanecer y el atardecer

como el más esencial de los regalos del existir

hemos rezado con inocencia mirando al cielo

creyendo con fe que algo más grande y amoroso nos cuida

[y a lo que ni siquiera nos atrevemos a ponerle un nombre]

y confiando en que esa misma fuerza

un día moverá todo, para que cada uno de los deseos sublimes de nuestro corazón se manifiesten en la materia.

Queridas mujeres:

salvajemente valientes y libres

valientemente libres y salvajes

libremente salvajes y valientes

aquí y ahora pongo la intención más verdadera;

que cada una de las abuelas estrellas, padre sol, abuela luna y por sobre todo nuestra preciada madre tierra,

sostengan nuestros pasos día a día hasta nuestra trascendencia,

cuiden de nuestras rutas en todo momento,

acojan nuestras inspiraciones en un útero fértil y receptivo,

y soplen nuestros miedos paralizantes trayéndonos más liviandad para el vivir.

¡Querida hermana, no estás sola, jamás lo has estado!

sólo hace falta mirar la vida desde otro lugar

ya que en este proceso en que te has ido transformando en una mujer salvajemente más auténtica

debes saber que todos los miedos que has sentido en el presente

los sintieron centenares de mujeres en el pasado

y los experimentarán millares de mujeres en el futuro

sin embargo, siempre habrá una fuerza invisible y grande que nos impulsará a ser auténticas.

Estoy segura de que, de una u otra manera

entre los miedos que se desencadenan frente a toda transformación

alguna manada de lobas ha aparecido en tus pensamientos y ha galopado en tu corazón.

Tú, la que vibra en estás letras, sea el día que sea y estés donde estés, deseo para ti:

La fuerza para vivir la más indómita de las existencias en este verde útero llamado tierra.

La pasión para sostener un aullido alentador en las lunas llenas.

Un pelaje tupido y espeso que te proteja de los fríos en invierno.

Unos colmillos afilados y blancos que puedas mostrar para marcar límites sanos.

Una manada firme, leal y amorosa.

Unas anchas patas ancladas a la tierra, para que puedas sentirte una con el bosque.

Una memoria inquebrantable que te permita recordar cada detalle de tus rutas.

Que cada vez que veas tu rostro reflejado en el agua, reconozcas a la mujer salvaje que pariste y hoy te habita.

Y finalmente, que cada una de tus derrotas sea para mantener viva tu ardiente esencia. Hazte un juramento por ti y por todas las mujeres lobunamente salvajes que han habitado la tierra.

 

Por Ximena Nohemí

 

Este escrito es parte de mi libro M U J E R A V E

 

*Termino Mujer salvaje tomado de libro Mujeres que corren con los lobos de Clarissa Pinkola Estés.

9 comentarios en «Pariendo a la mujer salvaje»

  1. Gracias Ximena!!! Es un texto maravilloso que me he permitido compartir con las mujeres de mi vida: mis hermanas-madres, mis hermanas-brujas, mis hermanas-hijas (respetando tu autoría por supuesto). Gracias!!!

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