¿Por qué a pesar de llevar años y años en el camino de sanar, tus heridas siguen siendo las protagonistas en tu vida?
Muchas veces nos sentimos y comportamos desde un lugar que nos hace encontrarnos con una versión de nosotras mismas que nos confronta con quienes creemos ser y con quienes deseamos ser. Aparece una versión que nos aleja de nuestra esencia, ya que nos pone en modo supervivencia. Más tarde llega la culpa, el malestar y el dolor de seguir siempre en el mismo lugar.
Esto ocurre especialmente a nivel de las relaciones íntimas, quieres tener una relación madura y sana porque sabes como hacerlo, te has informado, pero no funciona aplicarlo.
Esto me recuerda además muchas personas a las que les he oído decir, llevo años y años en terapia y sigo prácticamente en el mismo punto, me sigue pasando lo mismo. ¿Por qué me ocurre esto?
Es aquí donde vamos a tratar un concepto llamado secuestro emocional.
Se define como una ausencia de control emocional ante una situación detonante (estímulo), cayendo en una reacción totalmente desmedida y que, una vez ha pasado, suele producir cierto arrepentimiento y pesar en la persona que lo sufre.
El término fue presentado por Daniel Goleman, precursor de la inteligencia emocional. Que es la capacidad de identificar las emociones, guiarnos a través de ellas y regularlas.
También le llamamos secuestro amigdalar. Para que lo vayas comprendiendo, quiero explicarte que, por una parte, tenemos el neocórtex, que es el cerebro racional, y, por otro lado, la amígdala, parte de nuestro cerebro emocional o cerebro límbico. La amígdala está especializada en las cuestiones emocionales y en la actualidad se considera como una estructura muy ligada a los procesos del aprendizaje y la memoria.
Normalmente, la información entra por el neocórtex, donde la procesamos de manera lógica, y luego va a la amígdala para su procesamiento emocional.
Lo que ocurre en el secuestro emocional, es que la información se identifica como amenazante, por lo que se inhibe el neocórtex y se procesa directamente por la amígdala. Ocurre especialmente en caso de trauma de apego o trauma complejo. Donde la amígdala se encuentra alerta.
Este secuestro tiene lugar en un instante y desencadena una reacción decisiva antes incluso de que el neocórtex —el cerebro pensante— tenga siquiera la posibilidad de darse cuenta plenamente de lo que está ocurriendo, y mucho menos todavía de decidir si se trata de una respuesta adecuada. Daniel Goleman
Cuando esto sucede, tienes una respuesta emocional automática y desproporcionada con respecto al estímulo detonante. Este puede ser, por ejemplo, sentirte no vista, no escuchada, criticada, juzgada, sentirte abandonada, sentirte traicionada entre tantas formas más que provienen de la relación que tuviste con tus figuras de apego, quienes te cuidaron o debían cuidarte, pero lo hicieron poco o de una forma que no consideraba tus necesidades emocionales.
Por ejemplo, personas que tienen un apego ansioso que fueron aquellas cuyos cuidadores fueron inconsistentes en su disponibilidad, siendo a veces amorosos y a veces fríos o distantes, generaron una gran ansiedad en esa niña o niño. Estas personas tienen una amígdala más grande que es más hipersensible a las amenazas. Por lo tanto, la persona se torna más reactiva en la vida adulta.
La desconexión emocional la viven como una gran amenaza y desarrollaron la protesta y la crítica como una forma de recuperar el contacto en sus relaciones amorosas.
Después de la activación de la amígdala y la cascada de reacciones emocionales que la sigue, la información se transmite a regiones cerebrales superiores que realizan procesos lógicos y de toma de decisiones, lo que hace que te des cuenta tarde de lo desproporcionado de tu respuesta emocional original. Aquí es donde viene la culpa y el abatimiento.
En muchas ocasiones en que tenemos un secuestro emocional estamos siendo tomadas por la niña que fuimos. Para que te hagas una idea, mientras la niña forma parte del cerebro límbico, la adulta está en nuestro neocortex y solo manteniéndonos conectada a ella, es que podemos reconocer nuestras emociones, regularlas y tomar decisiones a partir de ella.
La niña tiene emociones intensas, y la puedes identificar con aquellas emociones que resultan más abrumadoras y catastróficas, ya que la niña veía el mundo demasiado grande, no tenía recursos internos, si un adulto responsable no la acompañaba estaba perdida.
Cuando sientes que todo está perdido, eso viene de la niña que fuiste.
Con el trabajo terapéutico dedicado podemos reorientar la ruta a través de la cual nuestro cerebro responde a los detonantes emocionales, evitando el secuestro. La amígdala tiene la capacidad de aprender de las experiencias pasadas, por lo que puedes generar nuevas formas para ti en el futuro.
Algunas claves:
– Lo primero y más importante es que aprendas a identificar cuando las emociones vienen de la niña. Ya que de esta forma tendrás una vía a través de la cual redirigir al neocórtex y procesar desde la adulta, que tiene recursos internos y externos. Tiene capacidad de sentir el enojo cuando ha sido ofendida y decir “No me gusta como te estás refiriendo a mí, me hace sentir ofendida y herida”. La diferencia es que la niña expresa intensamente y vive el colapso de su sistema nervioso.
– Escribe acerca de tus emociones, intenta identificar el estímulo detonante, la amenaza que representa para ti este estímulo y de dónde proviene la amenaza (Por ejemplo, cuando estaba en el colegio me molestaban y me decían de tal forma, no podía defenderme). Si logras identificar algún momento de tu vida, entonces quizás haya cosas que procesar a nivel terapéutico. No hay recetas mágicas o tips, si hay secuestro la terapia es la respuesta.
– Detente, respira, tómate un momento de silencio. Mientras la emoción esté en alta intensidad, no es momento de hablar. Aplica recursos internos o externos que te ayuden a regularte.
– Si esto es más frecuente de lo que puedes manejar. Busca vivir un tratamiento del trauma y dotarte de recursos somáticos, ya que la amígdala no entiende si nos hablamos con palabras, pero entiende el lenguaje corporal. En el programa Sana y sabia, de automaternaje te entrego una serie de recursos somáticos.
– Desarrollar nuevas experiencias vinculares seguras. Así la amígdala afianza nuevas certezas. Si tus vínculos te mantienen todo el tiempo en un lugar de amenaza quizás ese lugar no es para ti.
Con anhelo de que esta información te ayude,
me despido por ahora Ximena.