Sanamos las heridas de la niña interna para recuperar su fuego creativo, el que será una base para crear a la mujer sabia y salvaje.
“Solo cuando escucho la voz de la niña que hay en mi interior puedo sentirme auténtica y creativa”. Alice Miller.
Si de niña te viste obligada a sobreponerte demasiado rápido a las circunstancias que acontecían en la familia, por ejemplo, si caíste en dinámicas en que tuviste que sostener a tu madre y hacer de grande en lugar de que ella lo hiciera. Incluso si ocupaste el lugar de ser mediadora entre padre y madre, lo más seguro es que una parte de tu ser se desconectara de su aspecto genuino para poder lidiar con asuntos que tenían que resolver los adultos.
Esto quiebra un aspecto de la personalidad infantil, y en lugar de crecer como niñas auténticas y libres, crecemos conectadas a una sensación muy inconsciente de que lo mejor es asumir un personaje que nos va a sostener en las próximas décadas y a lo largo de la vida. La metáfora es que enterramos nuestro ser genuino para sobrevivir a un mundo que resulta hostil, y el cual exige crecer demasiado rápido.
El personaje con el cual crecemos, por ejemplo, la hija siempre salvadora, está conformado por una serie de corazas emocionales que contienen patrones que se aprendieron en la infancia. Aquí es donde aparecen patrones que llevan a experimentar sensaciones como “tengo que maternar a mi madre”, “puedo sola”, “no necesito a nadie” o “la vida es demasiado difícil para confiar”.
Más tarde en la vida adulta, sanar implica desenterrar todo lo genuino que la versión infantil decidió esconder bajo capas de corazas. Hasta que en un momento encontramos a la versión real, sabia y vulnerable de nosotras mismas que no solo trae a la luz los aspectos olvidados de la niña que fuimos, sino también una sabiduría que este proceso mismo nos entrega. Desde aquí se defiende la idea de que habitar la vulnerabilidad es poderoso, puesto que nos conecta a nuestro ser real.
Sin embargo, el trabajo personal con el arquetipo de la niña interna no solo implica desenterrar para contactar con el dolor de la infancia y repararlo, también se relaciona con recuperar todas las potencialidades creativas del ser que fueron olvidadas, desde un estado que invita a descubrir el mundo con curiosidad y asombro.
“Esta entidad infantil, el ser que verdaderamente somos y hemos sido siempre, vive en nosotros aquí y ahora”. Jeremiah Abrams
Si bien, recuperar la niña interna implica reparar la herida matriz con madre y padre para liberarnos de la carga de las heridas infantiles y así llegar a ser auténticas, también necesitamos reconectarnos al aspecto luminoso de este arquetipo para que mantengamos viva su chispa creativa durante la vida adulta. Esto es posible de realizar una vez que cada persona realiza un proceso de perdón hacia quienes generaron sus heridas traumáticas y se libera a sí misma de emociones, que de no ser expresadas, pueden llegar a ser venenos emocionales que terminan por somatizarse.
Respecto a este punto Clarissa Pinkola Estés nos comparte: “El perdón tiene muchas capas y muchas estaciones. En nuestra cultura se tiene la idea de que el perdón ha de ser ciento por ciento. O todo o nada. También se nos enseña que perdonar significa pasar por alto, comportarse como si algo no hubiera ocurrido. Tampoco es eso […] lo más importante del perdón es empezar y continuar. No eres mala si te cuesta perdonar. Y no eres una santa si lo haces. Cada cual a su manera y todo a su debido tiempo”.
Desde aquí te pregunto, ¿qué necesita perdonar tu niña interna para liberarse de las cargas emocionales que la aprisionan?
Nuestra niña interior posee el espíritu de la verdad, la espontaneidad y la autenticidad absoluta. Sus acciones manifiestan la naturalidad que hay en nosotros, la capacidad de actuar adecuadamente y la aptitud para resolver cualquier situación. Jeremiah Abrams
Precisamos recuperar las cualidades reales de la niña interna, aquellas que presentábamos antes de la herida matriz. Entre estas por ejemplo, jugar, divertirse y reír a carcajadas, además de la curiosidad y el asombro, capacidades necesarias para descubrir el mundo permitiéndonos sorprender por cada uno de sus misterios y bellezas.
Exploremos también, ¿Qué puedes comenzar haciendo para reavivar la chispa de tu niña interior?
Cuando una mujer hace su trabajo terapéutico y recupera su niña interna genuina, habita valores como la libertad, la naturalidad, la expansión y el asombro hacia el mundo.
Liberar a la niña interna de la carga del pasado es la base para dar a luz a la mujer libre, sabia y salvaje en la vida adulta.
Los tesoros del auténtico yo infantil son entonces ocultados y protegidos en un santuario tan bien escondido que cuando el yo adulto madura, es incapaz de recordar y recuperar al niño interior que de este modo, termina abandonado y perdido. Con el tiempo, la racionalidad o la amargura sustituyen a la espontaneidad y transparencia naturales de aquel yo resplandeciente. J.A.
Con inmenso amor
Ximena
Bibliografía
Recuperar el niño interior. Jeremiah Abrams
Mujeres que corren con los lobos. Clarissa Pinkola Estés