Automaternaje es la capacidad de cuidar de sí misma, tomando momento a momento las decisiones óptimas que permitan resguardar los espacios internos y externos de la vida. La desarrollamos a medida que crecemos y cortamos el cordón simbólico que nos une a nuestra madre. Poco a poco las tareas que hacía ella, las realizamos nosotras mismas y así mamá puede quedar libre.
En este sentido, la historia que viví de pequeña con mi madre y la forma en que ella y las anteriores mujeres se cuidaban a sí mismas, resultan cruciales en mi capacidad de automaternaje. Puesto que recibo desde ellas los patrones que conforman al arquetipo de la madre interior.
Las bases para un automaternaje sano, vienen del haber sido cuidada con amor y respeto hacia la integridad de mi ser. Muchas veces cuando la capacidad de automaternaje está deteriorada, por ejemplo, al presentar conductas autodestructivas o dependencia emocional, implica el haber tenido una influencia materna negativa con alta posibilidad de cargar una herida traumática.
Por lo tanto, cada una de las memorias que poseo del vínculo con mamá, los registros preciosos y dolorosos de mi historia como hija, conforman a la niña interior que me habita y a la madre interna que la cuidará.
Mi estilo de automaternaje, está determinado por la interacción de estos dos arquetipos: niña y madre internas.
Reconocer mi capacidad de automaternaje, es esencial para hacer un balance de mi vida. Puesto que el cómo cuido de mí misma, está íntimamente relacionado con mi salud emocional.
Si al hacer una revisión de mi historial de automaternaje, identifico desequilibrios que perpetúan patrones de conducta que ejecutaba mi madre hacia mí y que me resultaban dolorosos, entonces preciso reajustar mi capacidad de cuidar de mí misma. De lo contrario seguiré perpetuando mi herida infantil.
Este reajuste necesariamente comienza con reparar las heridas del pasado, con la finalidad de generar una base sólida desde la cual construir un estilo de automaternaje que sea coherente con mi verdad y que me impulse a crecer y desarrollarme.
El estilo de vida que construyo con cada uno de mis hábitos diarios consolida mi estilo de automaternaje. Cada decisión, cada diálogo interno y todo aquello que hago para mí misma impulsa la transformación de la madre interna que recibí tanto de mi madre como de todas las mujeres que estuvieron antes que ella.
Por lo tanto, heredo un estilo de automaternaje, que viene desde mi madre, abuelas, bisabuelas y otras figuras femeninas presentes en mi historia, que es con quien mi inconsciente más se identifica. Como mujer consciente y despierta tengo la tarea de reconocer esta herencia para encaminarme a reparar lo herido en estos modelos que siguen vivos en mí.
Si por ejemplo, las mujeres de mi linaje se repetían las constantes letanías de: “la vida es puro sufrimiento” o “estoy harta de la vida”, nosotras podemos llegar al fondo de esas creencias para sembrar allí nuevas concepciones de la existencia que en lugar de debilitarnos nos impulsen hacia lugares expansivos.
Con la presencia de creencias como estas, el desafío está en cultivar un estilo de automaternaje que promueva el placer y el disfrute de la vida, conectándonos al merecimiento de una vida llena de expansión y gozo.
Previo a ello: sanar lo herido para abrir el corazón a recibir. Si el corazón permanece cerrado a lo nuevo, difícilmente podremos crear algo diferente a lo recibido desde nuestro linaje materno.
Como dice Bethany Webster, en su libro Sanar la herida materna: finalmente todo esto se trata de crear una estructura interna que soporte nuestra grandeza. Y con ello, te comparto que todo lo que hacemos tanto para sanar la relación herida con nuestra madre, como para crear un sabio estilo de automaternaje, nos conduce a desarrollar una cualidad de liderazgo sumamente necesaria para ser la mujer auténtica que vinimos a ser.
Esta cuota de liderazgo con la propia vida, nos lleva a tomar las decisiones que necesitamos tomar, para ir hacia los lugares que nos ofrecen las mejores oportunidades de expansión y dicha. Sin preocupación de la opinión o el juicio ajeno y asumiendo los efectos que todo cambio pueda traer.
Siendo líderes de nosotras mismas, la niña interna se siente libre de ser espontánea, mientras la madre interior se percibe con las facultades necesarias para cuidar.
Sanar la herida materna te ayuda a fortalecer tu capacidad de automaternaje. Esto es señal de madurez emocional. Lo cual crea la estructura interna necesaria para ser líderes de la propia vida.
Este es un camino que se construye poco a poco, con dedicación y paciencia. Con base en cada una de las decisiones que tomamos optando por lo mejor para nosotras mismas momento a momento.
Te deseo dicha y lucidez en el tránsito de este camino transformador.
Con inmenso amor,
Ximena.