El tránsito del camino curativo, a través de las memorias de nuestro útero, exige la valentía de sumergirnos en las heridas antiguas.
Este sumergimiento, amerita realizar un regreso hacia lo profundo de sí misma, para resolver lo inconcluso, reparar lo herido y traer a la luz, una nueva cuota de sabiduría luminosa que cultivar en el presente. Este proceso, nos va acercando cada vez más, a una mayor lucidez y liviandad para vivir el día a día.
En sí mismo el camino de la transformación, necesariamente nos va a llevar a mirar el dolor más profundo que nosotras mismas podamos traer, para hacernos cargo de éste y procesarlo el tiempo suficiente, hasta obtener la comprensión más saludable sobre el pasado.
Esta claridad obtenida en los puntos clave de nuestra historia personal, ilumina nuestro presente desde atrás.
Y como siempre les comparto, esto no ocurre de la noche a la mañana o de forma rápida, sanar es un tránsito de avanzar y retroceder, de caerse y levantarse, de confiar y dudar, manteniéndonos a la vez despiertas en ese camino, ya que mientras sanamos no debemos perder de vista que está transcurriendo la vida.
Por lo tanto, cuando iniciamos este tránsito, tarde o temprano encontramos dentro el arquetipo de la niña interna herida. Esta dimensión dolorosa de nuestro ser, no sólo se trata de haber vivido heridas traumáticas, sino también, de no haber encontrado el calor emocional y la contención necesarias para arraigarse a la vida de una manera segura.
Cuando se vivió un ambiente desconectado, frío y hostil en la infancia, la niña interna trae una herida profunda al haber crecido sintiéndose sola en el mundo, aprendiendo que sólo se tiene a sí misma y sólo puede confiar en sí. Esto impone una barrera de protección hacia los padres y más tarde a los vínculos que se sostienen en las relaciones, arraigando patrones de funcionamiento que nos dificultan mostrar vulnerabilidad, pedir ayuda y a la vez aceptarla.
Esta creencia de “estoy sola y no tengo a nadie” perdura con fuerza hasta la vida adulta, por lo que, el transformarla es un proceso paulatino y constante, que requiere paciencia y autocompasión.
Cuando invalidamos el dolor de la niña interna
Como forma de protegernos y no entrar en esas habitaciones interiores que contienen estas heridas iniciales, muchas veces subvaloramos el dolor en nuestra historia, quitándole la importancia que merece.
Intentando muchas veces adelantarnos en las etapas del camino de sanación, tratando de llegar apresuradamente a sentimientos sublimes como el perdón, la reconciliación o la aceptación, por todo el beneficio que nos traerán a la vida, más que por atravesar el proceso profundo en sí.
Esto puede resultar en una doble violencia: la vivida en el pasado y la que nos ejercemos nosotras mismas al no valorar el real sentimiento de la niña interior, haciendo como si fueran niñerías hipersensibles que no merecen la pena.
Debemos tener claridad que mientras tratemos nuestro dolor personal de esta forma, la niña interna seguirá enojada y rabiosa, dentro nuestro, ya que lo primero que ella necesita para iniciar su transformación profunda es sentirse vista en un ambiente de confianza y amor, y eso parte desde el cómo nosotras como adultas vemos esta parte de la propia historia. Mientras esté en pelea con esta parte de mí, implica que hay rechazo.
Dar el paso a la validación del dolor de la niña interna
Hoy nuestra tarea y el primer paso es: reconocer la historia personal y lo que la niña interna sintió en el pasado, validar ese sentir y aceptarlo. Para luego como adulta acogerlo en mí sin miedo o vergüenza. Esto es lo que luego nos acerca a nuestra anhelada liberación, lo que se manifiesta en el hecho de que el pasado deje de controlar nuestra vida.
Lo esencial aquí es que: “se necesita validar lo que se sintió en el pasado, dándole la importancia real que merece”, y esto no se trata de entrar en el rol de víctimas, sino que se trata de comprender que todo lo doloroso o abusivo que te haya ocurrido en la infancia: “no fue justo, no fue tu culpa y no lo merecías”.
A medida que entramos en el trabajo terapéutico profundo, dejando de estar en pelea con el propio dolor, entramos en el reconocimiento de los patrones emocionales que la niña interna se creó para sobrevivir. Desde el reconocerlos, nos distinguimos de ellos, comprendiendo que fueron creados bajo la consciencia de una niña, y no de la adulta que somos actualmente.
Finalmente, entramos en la tarea de generar las estrategias actualizadas y conscientes que la mujer adulta se crea para maternar su propia herida y a la vez maternarse a sí misma, cuidando de sí de la mejor y más sana forma posible.
«No es posible acortar el camino a la comprensión y tampoco es posible hacerlo más fácil. La purificación que nos capacita para ello no se puede ni acortar ni hacer más fácil». Bert Hellinger
Un poco de trabajo personal
Me gustaría invitarte a responder estas dos preguntas clave: ¿Cuáles son las principales heridas que hoy reconoces en tu niña interna? Y hoy ¿Qué asuntos gatillan la reaparición de las heridas de la niña interior?
Por otro lado, debemos tener claro que la niña interna se relaciona directamente con la forma en que aprendimos a conectar con el amor. Por lo tanto, ¿qué estrategias emocionales desarrolló tu niña interna para sentirse vista y amada?
Por ejemplo: salvando a los otros, manteniéndose silenciosa e invisible, esforzándose por ser brillante y talentosa, procurando la felicidad de los demás a toda costa, siendo demasiado buena niña, haciendo todo lo que los demás le ordenaban sin chistar etc…
Ahora intenta darte cuenta ¿cuáles de estas estrategias hoy aún sigues usando y cuáles necesitas hoy dejar atrás?
Te invito a tomar tu cuaderno personal y responder estas preguntas para ti misma, con ello ya generaremos la consciencia suficiente para que puedas tener una idea de la manifestación de este arquetipo en tu vida.
Con amor inmenso, Ximena
“Esto es la búsqueda de la totalidad, no de la perfección, pues la totalidad por definición, debe incluir también lo imperfecto” Elaine Aron.
4 comentarios en «Validar el dolor de la niña interna para crecer»
Si. Cargo con la niña interna en esa sensación INFINITA ,de sentir que estoy sola para resolver mí vida y la de los seres más amados, a partir de la muerte de mí padre a mis tan solo cinco años.
Querida Liliana, esa sensación es señal de una dimensión traumática importante de revisar, a lo cuál es importante, tratar terapéuticamente para no continuar sintiéndote sola en tu vida adulta. Gracias por leer el artículo, un abrazo inmenso!!!
Gracias por permitirme conocer mis heridas del pasado.
Gracias a ti por leer Cántaro 🙂